Dibujo P. Pedro Subercaseaux, osb.
De SANTA ESCOLÁSTICA sabemos únicamente que fue hermana de San Benito, que nació en Nursia, Italia y que desde su tierna infancia se consagró a Dios como su hermano Benito. San Gregorio Magno, biógrafo de San Benito, nos cuenta en el Capítulo XXXIII del libro II de los Diálogos, que Escolástica vivía en un Monasterio de monjas, cerca de su hermano Benito a quien solía visitar. En uno de esos encuentros, luego de pasar un día en ORACION Y FRATERNIDAD, pidió a su hermano hacer una vigilia para pasar toda la noche orando, presintiendo que sería el último encuentro. Benito rechaza este pedido y ante la negativa, Escolástica se puso a rezar. Una lluvia torrencial comenzó a caer sobre el lugar, Benito se vio forzado a permanecer con ella y reprendiéndola exclama: “¡Dios te perdone hermana! ¿Qué has hecho?” A lo cual ella responde: “¡Te pedí algo y no me lo concediste. Se lo pedí a mi Señor y me lo concedió!”. Al narrar este hecho, San Gregorio reflexiona acerca de Escolástica: «Y no es de maravillar que en esta ocasión pudiese más que él aquella mujer que ardía en deseos de ver por más tiempo a su hermano; porque, como dice San Juan: Dios es caridad, y era muy justo que tuviese más poder quien más amaba».
Santa Escolastica y San Benito
San Benito de Nursia y Santa Escolástica, con comida y bebida sobre la mesa. Fresco Escuela de Umbría.

“Pudo más porque amó más”

La fórmula es hermosa, sobre todo en latín. Pero ¿no nos recuerda una célebre frase del Evangelio? Al final del episodio del fariseo y la pecadora, Lucas indica la palabra de Jesús: “Quedan perdonados sus muchos pecados, porque muestra mucho amor” (Lc 7,36-47). Y más arriba, al comparar Cristo a los dos deudores, pregunta: “¿Quién de ellos le amará más?” La frase de Gregorio se inspira visiblemente en ese precedente. Así como en el Evangelio de Lucas el amor y el perdón de los pecados se condicionan mutuamente, en el relato de Gregorio el amor y el poder sobre el corazón de Dios van parejos. Uno es la medida del otro.

P. Pedro Subercaseaux
Ilustración de la Vida de San Benito. El Milagro de Santa Escolástica. P. Pedro Subercaseaux, osb.

El fariseo y la pecadora, Benito y Escolástica… ¡Que el santo nos perdone esta comparación! Por más desagradable que parezca, se impone. Gregorio nos invita a realizarla, por su explicación final. La escena evangélica, evocada por esta conclusión, aparece como telón de fondo de la de los Diálogos. En ella, también un hombre y una mujer se encuentran en presencia del Señor y éste resuelve el litigio que los opone en favor de la mujer. Las lágrimas de Escolástica orando nos hacen pensar en las que derrama la pecadora a los pies del Maestro. Y la regularidad alarmada de Benito ¿no tiene acaso un aire de parentesco con las reflexiones escandalizadas del fariseo, aquel justo según la Ley?

Para no quedarnos en este paralelo desagradable, observemos que nuestro santo se identifica también con Cristo, en el hecho de que es objeto del amor de su hermana. Así como la pecadora ama a Jesús, también Escolástica ama a Benito. Es Benito quien representa el papel del Maestro amado, cuya palabra es larga y ávidamente escuchada, en esta conversación espiritual de la cual la hermana se muestra insaciable.

Traslado cuerpo Santa Escolastica. P. Pedro Subercaseaux
Ilustración de la Vida de San Benito. Los hermanos traen a Montecasino el cadáver de Santa Escolástica. P. Pedro Subercaseaux, osb.

Como se desprende de la Homilía sobre el Evangelio 36 y de otras partes, Gregorio asimila la pecadora anónima de Lucas a María de Betania, que unge al Señor antes de su Pasión, y a María, hermana de Marta, de quien habla el Evangelio de Lucas en otra parte (Lc 10, 38-42). 

Así, a la luz del precedente evangélico, el personaje de nuestro héroe se duplica. Benito es al mismo tiempo la réplica del Señor apasionadamente amado por un alma santa, y la del justo, observante de la Ley, ubicado en una posición de inferioridad a causa de ese mismo amor. Pero estas sombras del Evangelio no deben distraer nuestra atención de la relación que une formalmente el final del episodio con el comienzo: si Benito, como Pablo, fue impotente, es porque Escolástica, como la pecadora, amó más.

 Comentario del Padre Adalbert de Vogüé, OSB (extracto). Cuadernos Monásticos N. 59 (1981) 389-414

Libro II de los Diálogos de San Gregorio Magno cap. 33 y 34