Mural volante en base al apocalipsis de la mujer vestida de Sol con la luna bajo sus pies, dibujado en 1983 durante el noviciado en San Pelayo, Oviedo. M. Alejandra Izquierdo
La Mujer vestida del Sol
Una mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies (Ap 12, I)… ¡Qué prodigio tan inaudito tal composición: el sol y una mujer! ¿Cómo puede subsistir un ser tan frágil en un horno tan ardiente? Con razón, Moisés, te has quedado admirado, y quieres mirar más de cerca. Pero si quieres acercarte, descálzate las sandalias, y líbrate de los pensamientos carnales. Voy a contemplar, dices, este extraño caso (Ex 3,3). Gran espectáculo, en efecto, una zarza envuelta en llamas que no se consume. Gran signo, esta Mujer envuelta en Sol y sin quemarse. No es natural que una zarza en llamas resista al fuego, y tampoco es posible que una mujer resista un vestido de sol. Esto supera las fuerzas humanas, e incluso las angélicas: exige una potencia más superior. El Espíritu Santo, dice el Ángel, descenderá sobre ti (Lc I, 35). Y como si María hubiera respondido: -El Espíritu es Dios, y nuestro Dios es un fuego devorador (Heb 12, 29 y Dt 4,24), el Ángel continúa: El Poder… ¿qué va a decir: el mío o el tuyo? -No, sino el Poder del Altísimo te cubrirá con su sombra (Lc 1,35). No es de extrañar, desde este momento, que bajo esta sombra sea soportable tal vestido.
Una mujer vestida de sol, es decir envuelta en luz como en un manto (cf. Sal 103,2). El hombre carnal, sin duda, no comprenderá: es una realidad espiritual que le parece locura. Pero no era ese el parecer del Apóstol que decía: Revestíos del Señor Jesucristo (Rom 13, 14). ¡Qué familiaridad entre él y tú, Señora!¡ ¡Qué proximidad! Digamos mejor: ¡qué compenetración tan total! Es que has hallado gracia ante Dios. Él mora en ti, y tú en él (cf. Jn 6,57 y 15, 5). Tú lo revistes y él te reviste. Tú lo revistes de la sustancia de tu carne, y él te reviste de la gloria de su majestad. Tú revistes al Sol con una nube, y tú estás revestida con este Sol.
SAN BERNARDO DE CLARAVAL
En este día fiesta de la Asunción todas las religiosas de nuestra Diócesis, nos reunimos en el Monasterio junto a nuestro Obispo, Monseñor Guillermo Vera, para celebrar juntos esta gran fiesta de la Asunción de la Virgen María. Agradecemos y oramos también por tantas religiosas venidas de otros países que abandonan su patria para venir a evangelizar en la nuestra y a las que han salido de Chile a hacerlo en tierras lejanas. En esta ocasión nos acompañaron nuestros hermanos trapenses. Fue precioso poder celebrar juntos esta jornada.