Queridas hermanas,
Vemos que empezamos esta Cuaresma en un modo especial este año, la situación actual, la guerra, la causa de ausencia de nuestras hermanas por la enfermedad de Madre Isabel, nos llevan a vivir con mas fervor esta nuestra Vida. Sintetizo el deseo que adivino de TODAS de cultivar un espíritu de oración, de necesitar vivir más centradas en la búsqueda del encuentro con el Señor.
«Cuando tú vayas a rezar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará».
Estemos abiertas a lo que el Señor va permitiendo que suceda, abiertas a cada día verlo como un KAYROS que nos sorprende, un tiempo de salvación.
Sabemos que Cuaresma es un tiempo de conversión, de gracia, que nos dispone a celebrar con gozo y fruto el Misterio Pascual de la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
Cada año la iniciamos reuniéndonos, deseando empezar con ilusión, con entusiasmo y convicción este tiempo santo. Cada hermana hace sus ofrecimentos y tratamos de cumplirlos y en el camino de la cuaresma avanzamos con decisión, pero también experimentamos cansancios y desánimos, no siempre crecemos lo que esperábamos, ni superamos nuestras faltas o traspieces. Yo les pido perdón a Uds y al Señor, por a veces no guardar la lengua o no frenar la rabia, los enojos, por no estar más atenta a sus necesidades, por todo lo que surge por mi egoismo. Con todo: creamos en el poder de la gracia. Recemos unas por otras. El Señor todo lo puede y hemos de respetar sus tiempos, que para nosotras a veces son urgentes pero a la luz de la eternidad… entreguémoslo¡¡¡¡, El sabe.
Les dejaré la carta de nuestro Obispo Guillermo Vera que nos envía para esta Cuaresma, para meditarla. Esta contiene en gran parte el mensaje de Cuaresma del Papa Francisco para este año que ya leimos. El Papa se detiene en la imagen de la siembra y de la agricultura, evocada por San Pablo, sugiriendo la pregunta de qué tiempo es el que vivimos.
“Los vientos de guerra, tras décadas de rearme insensato, con gastos crecientes en armamento y una pandemia que se ha cobrado víctimas, ha agravado las desigualdades, ha puesto de manifiesto lo que no funciona en nuestros sistemas económicos y sociales y ha impuesto nuevos interrogantes, no pueden hacernos perder la esperanza”, expresa el Papa.
Dios cree en la tierra y la cuida, nos cuida, como un agricultor que no abandona su campo. “¿Qué tiempo es este en el campo de Dios?”, y evocó en un encuentro con la Comisión Vaticana Covid-19 invitándolos a “ser esa tierra fértil que crea las condiciones para que la semilla germine”. Les pedía, esto que me atrajo mucho: que prepararan el futuro, para que fuera diferente del presente.
Y dijo: «sabemos que solo quien está movido por la esperanza puede ponerse a trabajar”.
Nosotras, como monjas y aunque aún algunas no tengan votos solemnes, hacemos presente a las benedictinas de Ucrania, estamos aquí cada una, amada y elegida por el Señor, no por nosotras. Las que El eligió para estar con El, aquí en este Monasterio de la Asunción, de la ESPERANZA, esa es nuestra meta, la Asunción al cielo. Y cada día, luchamos por esa “vuelta al Dios para quien nada es imposible”, dice el Papa. Nosotras abandonémonos en sus manos, confiadas. El explica la imagen de la Virgen de modo que nos viene bien por nuestra advocación, la ASUNCION, poniéndola como imagen guía. Declara: «En ella, ha brotado el Hijo”… “En un mundo desertizado por tantos juegos de poder sin escrúpulos, la Iglesia reconoce en María la fecundidad que el camino de la conversión puede dar en cada una de sus hijas e hijos. Creemos en los brotes”.
La Cuaresma, es un entrenamiento, y nosotras que vivimos en el campo, podemos reflexionar en estas imágenes de la siembra y de la cosecha que se utilizan a menudo en la Sagrada Escritura. Es Dios quien siembra su Palabra, las semillas de la gracia, el deseo de bondad y santidad. Cultivemos este deseo, estamos ya a las puertas del nuestro Retiro anual, cuidemos nuestro corazón de la acedia y de todas las hierbas malas dejando florecer el bien, la sonrisa, la bondad, aprovechando nuestros instrumentos de la Vida Monástica, amando el silencio, la sencillez, el “biendecir” o bendecir a nuestras hermanas no hablando mal de ellas, ayunando de las críticas y las risas irónicas, haciendo a las demás lo que queremos que hagan conmigo. Procurando ser dueñas de nosotras mismas. Decía el Padre en la Misa de esta mañana: el ayuno como signo de hacer un esfuerzo de no dejarme llevar de todas mis apetencias, deseos, comidas, cosas, sueño, no como castigo, sino que es un ejercicio espiritual que nos ayuda a estar mas libres para el Señor. Un ayuno que se refleja en una actitud concreta de austeridad, un estilo de vida. Para otras quizás será al revés, tener la humildad de pedir con humildad lo que necesite.
Dejo este comentario a la Regla de San Benito, de Bertrand ROLLIN, osb, para así profundizar en este tiempo en algún tema de la RB. Nos viene bien para cultivar y amar, como les decía nuestros instrumentos, y hoy nuestras prácticas cuaresmales, eligiendo entre los temas seleccionados de este monje lo que a cada una le interesa mas, inscribiéndose en alguno, para vivirlo y / o presentarlo.
REPITIENDO LO QUE REZÓ el Papa ayer, termino orando a la Virgen así: “QUE LA REINA DE LA PAZ APARTE EL DEMONIO DE LA GUERRA”.
«Cuando tú vayas a rezar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará».
+ Alejandra