Celebramos la fiesta del Padre Hurtado dentro del mes de la solidaridad con algunas visitas en que participamos con personas pobres y vulnerables intentando colaborar y comunicarnos con ellas.
Les compartimos aquí algo de lo que leimos y oramos con San Alberto Hurtado.
«CONTEMPLACIÓN Y ACCIÓN»
En Dios me siento lleno de una esperanza casi infinita. Mis preocupaciones se disipan. Se las abandono. Yo me abandono todo entero entre sus manos. Soy de Él y Él tiene cuidado de todo y de mí mismo. Mi alma por fin reaparece tranquila, serena.
Las inquietudes de ayer, las mil preocupaciones porque ‘venga a nosotros su Reino’, y aún el gran tormento de hace pocos momentos ante el temor del triunfo de sus enemigos… todo deja sitio a la tranquilidad en Dios, poseído inefablemente en lo más espiritual de mi alma.
Dios, la roca inmóvil, contra el cual se rompen en vano todas las olas; Dios, el perfecto resplandor que ninguna mancha empaña; Dios, el triunfador definitivo, está en mí. Yo lo alcanzo con plenitud al término de mi amor. Toda mi alma está en Él, durante un minuto, como arrebatada en Él, y luego dulcemente, seguramente, como si los combates de la vida y las inseguridades e incertidumbres me hubieran completamente abandonado. Estoy bañado de su luz. Me penetra con su fuerza. Me ama.