A L C O M E N Z A R L A C U A R E S M A
Compartimos algunas palabras transmitidas por Madre Abadesa a la comunidad como preparación a la cuaresma de este año:
Nos reunimos como comunidad para comenzar con la Iglesia este camino de la Cuaresma. Un camino que nos lleva a configurarnos con Cristo. Cristo dice: “He bajado del cielo no para hacer mi voluntad sino la voluntad del que me ha enviado” (Jn 6, 38).
Esto es nuestra vida cristiana y este tiempo de Cuaresma, que ya desde el siglo IV existe, nos trae una gracia a cada una, a nuestras familias, y a nuestra comunidad que también espera una gracia especial.
El primer versículo del capítulo 49 de la Regla de San Benito (RB) nos abre a ese ofrecimiento de un ideal: “la vida del monje debería responder en todo tiempo a la observancia cuaresmal” y a la vez nos pide que su ofrecimiento lo haga “con gozo del Espíritu”, se expresa con esa actitud tan característica de San Benito y quiere que esa actitud prevalezca durante el periodo cuaresmal. Y vuelve a explicar qué puede ofrecer, y cómo: “Con gozo y lleno de anhelo espiritual espere la Santa Pascua” RB 7.
La Cuaresma nos ofrece un modelo ascético en el que, el diferente ritmo y modo de este tiempo litúrgico, está abierto a toda la Vida con una característica muy peculiar: la presencia de la ALEGRÍA.
La alegría de la Pascua, este año nos viene matizada, invadida, coloreada con esta “insistencia” del Papa FRANCISCO en la MISERICORDIA.
Comencé a buscar esta palabra, observarla, leerla en la Biblia. A veces me veía en la misericordia que tiene, por ejemplo, el Señor con David. Al pasar al Nuevo Testamento, sentía un cambio; el acentuarse la ternura en la actitud y las palabras de Cristo. Es un trabajo o un regalo precioso: el buscarlo en las Sagradas Escrituras o en los Santos Padres, querer, desear la bienaventuranza:
“Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia”.
El Papa en la Bula de convocatoria del Año de la Misericordia, nos pide vivir la Cuaresma como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios y lo repite ahora en su Mensaje de Cuaresma: “De un Dios que tiene Entrañas Maternas (Rahamin), compasión (Hesed), vísceras equivalentes a la relación conyugal o parental”: seamos madres amables cada una con cada persona. Pidamos al Señor que nosotras podamos ser unas para las otras signo concreto de la cercanía y del perdón de Dios. Que no olvidemos ese perdonarnos antes de irnos a dormir que nos pide la Regla de San Benito y el Evangelio.
Cuando se casan los novios es signo de que se dicen mutuamente: “Estoy dispuesto/a a amarte, a perdonarte, siempre”. Nosotros también debemos recordar este: “Estoy dispuesta/o a amarte y a perdonarte siempre”.
Para pedir perdón hay que tener coraje, a veces hacerse violencia, animarnos a hacerlo, y para recibir el perdón también hay que tenerlo, no es decir: no fue nada, no te preocupes; sino acoger a la otra de verdad como HIJA AMADA.
Lograr ser cada una “sí misma”, recuperarse, eso que se explica tan bien en la parábola del Hijo Pródigo que ustedes trabajaron y presentaron iniciándonos al sentido del Año de la Misericordia. El hijo menor de la Parábola es acogido por el Padre llegando a “ser sí mismo” entró en sí mismo, el Padre también actuó de “sí mismo”. Ambos lo hacen. Y el hijo mayor, que no logra alegrarse por su hermano, ha de aprender que la Misericordia del Padre no tiene límites. Envió hoy el Papa tantos ministros de la misericordia para repartir el perdón por el mundo. “Sed misericordiosos como el Padre es misericordioso”. “No perdáis ocasión de hacer obras de misericordia, no ocultéis los remedios recibidos” (Gregorio Magno homilías sobre el Evangelio).
Recomendamos en Cuaresma ver la Bula de convocatoria del Año de la Misericordia del Papa, su mensaje de Cuaresma, y otros documentos que hacen relación con este Año jubilar, tan especial. Nos ayudarán a cultivar esta actitud de Dios, que nos pide el Papa hoy y que en el fondo, nos pide el Señor, practicando las obras de misericordia corporales y espirituales.
PARA PROFUNDIZAR EN LA CUARESMA Y AÑO DE LA MISERICORDIA. Folleto del Monasterio.
Quiero hacer el propósito con ustedes de que prime en nuestras relaciones la amabilidad y la práctica de las obras de misericordia, por sobre la eficacia, la rapidez, la imagen que queramos dar; que intentemos ser de verdad nosotras simplemente. Que nos cuidemos unas a otras en que tengamos los tiempos de Lectio, tiempos de estar con la Palabra, minuto a minuto, línea por línea, palabra por palabra, (Aquinata B.) exige paciencia y perseverancia, exige fe, es una aventura, precisa reverencia y admiración ante el texto. Para dejarnos tocar y ver lo que el texto nos dice para nuestra circunstancia en la vida actualmente. Es preciso esforzarse, ser fuertes, ser mujeres fuertes, no escatimar fuerzas. “En el cielo habrá la eternidad para descansar” decía el Papa Juan Pablo II.
Me da mucha alegría, cuando veo que las hermanas encuentran en la Palabra, en las Sagradas Escrituras, ese preciso consuelo que necesitan, esa fuerza, esa intuición que les ayuda a salir de sí mismas para entrar en sí mismas. Cada una es templo de Dios. Todos somos templos de Dios.
Pero ¿Cómo? Termino leyendo un trozo de una meditación de Pablo VI (1963) cuando comenzaba su pontificado: “Dios habla ¿al alma agitada o al alma serena? Sabemos que para escuchar esa voz, tiene que reinar cierta calma, cierta tranquilidad. Debemos mantenernos alejados de toda amenaza de ansiedad o nerviosismo, ser nosotros mismos».
Ahí reside lo esencial: ¡En consecuencia el encuentro no es fuera, sino dentro de nosotros mismos! Su obstinación, su voluntad orientada siempre y únicamente a Dios. Refleja su permanente deseo de unirse a Él en la oración.
Así como Jesús que hizo su experiencia en el desierto, Él nos trajo aquí para que por el Espíritu Santo lleguemos a encontrarle en este camino, en esta VIDA. ¡Que tengan una SANTA Y ALEGRE CUARESMA¡