La fiesta de Pentecostés es el cúlmen del Tiempo Pascual, el Espíritu Santo es el EMINENTE DON DEL SEÑOR RESUCITADO. Pidamos la venida del Espíritu Santo y sus dones con el himno más antiguo al Espíritu Santo llamado «Secuencia de Pentecostés»:
Ven, Espíritu Divino
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y tu gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén.
DONES DEL ESPÍRITU SANTO
El don de SABIDURÍA nos ayuda a aprender a gustar las cosas de Dios.
El don de ENTENDIMIENTO ilumina nuestro espíritu e inteligencia para captar el designio amoroso de Dios.
El don de CONSEJO nos ayuda a decidir en forma correcta qué es lo bueno que debemos hacer.
El don de FORTALEZA nos hace fuertes en la tentación para así amar cada día más a Dios.
El don de CIENCIA nos ayuda a buscar la verdad y a conocer el verdadero valor de las criaturas.
El don de PIEDAD nos llena el corazón de ternura para con Dios y para con los hombres.
El don de TEMOR DE DIOS es fruto del amor y nos ayuda a obedecer los consejos de Dios, atenernos a sus mandamientos y confiar en sus promesas.