¡No tengas miedo, Sión, ni dejes que tus manos
queden sin fuerzas!»
El Señor se ALEGRA contigo
(So 3,16).

Anoche, mirar el retablo y el Altar de nuestra Iglesia, despojado, desnudo, sin flores… me hizo detenerme y entrar en la Santa Cuaresma, tiempo que nos ofrece ese don de la CONVERSIÓN.

Mirando esa desnudez, el alma se abrió a confiarse en vivir, comenzando a despejarse los sentidos y a despertarse el verdadero sentido de PREPARARNOS PARA LA PASCUA.

En la descripción del AYUNO, del profeta ISAIAS, entre otras cosas nos dice: abrir, hacer saltar, romper, partir tu PAN y lo que mas me llegó: no cerrarte a tu propia carne (Is 58,1-12).

Es mas bien, tocar con fe la carne de Cristo. Este ejercicio de entrar y avanzar por nuestro interior, vaciándonos del miedo, de la rabia y descubrir la LUZ que despunta la Aurora, encontrar la SALVACION, es una SENSACIÓN BENDITA. Podemos descubrir que de eso negativo o maldito se consigue saltar a algo bueno y entender nuestra propia vida; y que soportando el sufrimiento, podemos no quedarnos en la amargura, sino lanzarnos al bien y ser “tu propia cuidadora”. Si, TOCAR LA CARNE DE CRISTO, puede ayudarnos a aceptar y asumir verdaderamente quien somos cada uno dejando caer las máscaras que nos hacen compararnos o ver al otro como competencia o amenaza a mi vida, a mi santidad. Tocar con fe la carne de Cristo, puede aliviarnos para vernos unos a otros como aliados, hermanos que nos complementamos y que buscamos juntos al SEÑOR (Cf Selia Paludo).

Tocar la carne de Cristo Y SU SANGRE, me permite tocar la dureza de mi corazón, para convertirlo cada vez más al Él y a su voluntad. Cuanto más nos dejemos fascinar por SU PALABRA, más lograremos experimentar su misericordia gratuita hacia nosotros. No dejemos pasar en vano este tiempo de Cuaresma, este tiempo de gracia (Cf Mensaje del Papa Cuaresma 2020). Tocar con fe la carne de Cristo, puede permitirme identificarme con Cristo, configurarme con Él, porque soy amada por Él. Es apremiante VIVIR UNA OPCIÓN CLARA, SILENCIOSA, CON HUMILDAD Y SOBRIEDAD, INTENTANDO SER COHERENTE, PORQUE ME MUEVE UNA MOTIVACIÓN HONDA que no podemos descuidar.

Tocar con fe la carne de Cristo, nos permite peregrinar juntOs, viviendo plenamente, recogiendo, conociéndonos mas a nosotros mismos y entre nosotros.

El Señor lo pide todo, y lo que ofrece es la verdadera vida, la felicidad para la cual fuimos creados. Él nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada. Desde las primeras páginas de la Biblia está presente, de diversas maneras, el llamado a la santidad. Así se lo proponía el Señor a Abraham: «Camina en mi presencia y sé perfecto» (Gn 17,1). San León Magno nos habla ya en la mañana de Miércoles de Ceniza, de la festividad Pascual, y de como todo está orientado a este sacramento, llevándonos a la armonía de vivir vinculados por un santo amor que redunda en la alegría que se puede experimentar en el progreso ajeno y en el COMPARTIR. Todo nos llama a ese: “Alegráos y regocijáos”, que nos dice el Señor (Mt 5,12). A esa esperanza anunciada ya en Isaías. A pesar de la grave situación que estamos pasando, a pesar de la violencia, la incertidumbre, los desaciertos, los asesinatos, las injusticias y rivalidades, los cansancios y las descortesías… A pesar de todo o quizás por todo eso hemos de tener aún mas presente su promesa: El Señor te dará reposo, en el desierto saciará tu hambre, hará fuerte tus huesos, serás un huerto regado, un manantial de aguas; reconstruirás viejas ruinas (Is 58, 12). No nos cansemos, luchemos, demos la pelea para mantener los brazos en alto, como Moisés. La Iglesia lo necesita, esforcémonos. Como una madre que tiene que atender a sus hijos.

Mirar y tocar con fe la carne de Cristo en tantas personas que sufren. : «Mira los brazos abiertos de Cristo crucificado, déjate salvar una y otra vez. (Exhort. ap. Christus vivit, 123). Con Él y por Él , podemos.

¡No tengas miedo, Sión, ni dejes que tus manos queden sin fuerzas!»
El Señor se ALEGRA contigo.
Con su amor te dará nueva vida;
Él danza por ti con cantos de júbilo, como en día de fiesta
(So, 3 16s).

Esa alegría del cristiano brota de la escucha y de la aceptación de la Buena Noticia, de la muerte y Resurrección de Jesús: el kerygma” (Gaudete et Exultate, Francisco).

Pidámosnos perdón cuando pasa algo malo entre nosotros, y pidamos la intercesión de María, Madre.

Propongámonos en esta Cuaresma rezar más. La Iglesia nos necesita. Nos dice el Papa: La oración es tan importante en el Tiempo Cuaresmal. Más que un deber, nos muestra la necesidad de corresponder al amor de Dios, que siempre nos precede y nos sostiene. De hecho, el cristiano reza con la conciencia de ser amado sin merecerlo. (Mensaje del Papa Cuaresma 2020). Vivámoslo como nuevo, todo puede vivirse como nuevo, porque el Señor nunca termina de ser nuevo.

Febrero 2020, Monasterio de la Asunción, Rengo