El que va a ser recibido, prometa en el oratorio, en presencia de todos, estabilidad, conversión de costumbres y obediencia, delante de Dios y de sus santos (…) De esta promesa hará una petición a nombre de los santos cuyas reliquias están allí, y del abad presente (Regla de San Benito 58, 17-19).

Procesion

El día 7 de abril, en las Primeras Vísperas del Segundo Domingo de Pascua o de la Misericordia Divina y en el 35 aniversario de la fundación del Monasterio, la Hermana Gracia Quintana Viollier hizo su Profesión Monástica de Votos Solemnes y recibió la Consagración de Vírgenes de manos de Mons. Alejandro Goic Karmec, Obispo de la Diócesis de Rancagua, quien presidió la Eucaristía. Concelebraron el P. Abad Benito Rodríguez, osb, el P. José Luis Olivares, osb, el P. Abad Enrique Contreras, osb, el P. Jaime Ortiz, el P. Javier Gonzalez omd, el P. Eugenio de la Fuente, el P. Javier Jaurrieta, hhnssc, el P. Alberto Correa, aa, el P. Joaquín Antón, el P. Alejandro Hermidas, los Diáconos Oscar Salinas y Jorge Campos.

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Recibió los votos Madre Alejandra Izquierdo, Abadesa del Monasterio, en presencia de las monjas de la Comunidad y de una gran asamblea como testigo. Asistieron sus padres, Guillermo y M. Isabel, sus 9 hermanos, sus abuelos, primos, amigos, miembros del Camino Neocatecumenal, vecinos, amigos, trabajadores y oblatas del Monasterio. También las hermanas del Buen Samaritano, las hermanas Maestras Pías Venerini, las monjas benedictinas de Rautén, los monjes benedictinos de Las Condes y de Llíu-Llíu, los monjes trapenses de Miraflores, entre otros.

interrogatorio

En una solemne ceremonia la hna. Gracia ha dado con gran alegría su respuesta libre y definitiva al DON de la llamada del Señor a seguirle en la vida benedictina, viviendo totalmente dedicada a Dios y a su servicio, para bien de la Iglesia y salvación de todos los hombres.

En su homilía el Señor Obispo habló del gozo Pascual que inundó a los discípulos y que los hacía valientes testigos de Jesucristo: “Nosotros no podemos callar lo que hemos visto y oído”, así como de la misión que les encomienda el Señor, “Vayan por todo el mundo, anuncian la Buena Noticia a toda la creación”. De la misma manera, invitó a toda la asamblea a ser testigos de Cristo en medio del siglo XXI, para lo cual se requiere valentía, convicción y un verdadero encuentro con el Resucitado. Añadió que la Profesión Solemne de una monja benedictina “es una expresión maravillosa de esta profunda convicción de fe y de amor a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo (…) ellas nos dan testimonio elocuente de la primacía de Cristo en la vida, que nada ni nadie debe ser antepuesto a Él”, y recogiendo las palabras del Papa Francisco, dijo a las hermanas: “la Iglesia cuenta con su oración y con su ofrenda para llevar la buena noticia del Evangelio a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. La Iglesia las necesita” (Constitución Apostólica “Vultum Dei quaerere”).

Obispo

 

SOBRE EL RITO DE LA PROFESIÓN

Letanías a los Santos

Letanias

 

Al terminar la liturgia de la Palabra y antes de comenzar el rito de la Profesión Monástica, toda la asamblea pide la intercesión de los santos. La hermana se postra en el suelo como signo de humildad de suplica y de total entrega, mientras se invoca el auxilio del cielo: a pesar de sentir la debilidad de su naturaleza caduca, el Monje se abandona en manos de Dios (P. Odilón Cunill).

La Carta de Profesión

Carta-de-Profesion

Como pide la Regla de San Benito, la monja debe hacer un documento escrito de su propia mano, prometiendo estabilidad, conversión de costumbres y obediencia. Luego de leerla en voz alta,  la presentar a los testigos, la firma y ella misma la deposita sobre el ara del altar, demostrando así, con un acto espontáneo de su voluntad, que une su oblación al sacrificio de Cristo.

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Siguiendo la antigua tradición, este documento se hace en pergamino, un  soporte que permite que el documento permanezca en el tiempo, acorde al compromiso que se contrae para toda la vida. El pergamino es decorado como también solía hacerse con los documentos importantes en la antigüedad. Conocidos son los trabajos de los monjes copistas, que copiaban e iluminaban con esmero cada volumen, habiendo quienes dedicaban toda su vida a un solo libro.

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Los votos

Estabilidad: por el voto de estabilidad, la monja se liga al Monasterio de su Profesión, se asocia a la familia monástica allí existente. La estabilidad, referida al lugar, a las personas, al tiempo, al espacio, abarca también un dimensión espiritual del que “permanece” porque ha encontrado ha Cristo y se ha unido a Él. Por este voto se fortalece la vida común, desde donde las monjas ejercitarán con la más genuina caridad, el celo bueno que conduce a Dios y a la Vida Eterna (Regla de San Benito 72,2-3).

Conversión de Costumbres: la monja se compromete a buscar sin cesar a Dios mediante la pureza de corazón, a seguir el anonadamiento de Cristo y afanarse por una conversión interior del espíritu a Dios. Este voto incluye la castidad y la pobreza.

Obediencia: La obediencia humilde y solícita es propia de la monja que nada estima tanto como a Cristo. Por el voto de obediencia, abrazado con espíritu de fe y amor en el seguimiento de Cristo obediente hasta la muerte, la monja renuncia a su propia voluntad para vivir libremente bajo una Regla y un Abad (Regla de San Benito 1,2).

Canto del “Suscipe”

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Inmediatamente después de depositar la Carta de Profesión en el altar, comienza el canto del “suscipe”: Suscipe me, Domine, secúndum elóquium tuum, et vivam: et ne confúndas me ab expectatióne mea, que se traduce,  recíbeme según tu promesa y viviré, Señor, no defraudes mi esperanza (Regla de San Benito 58, 21).

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Por tres veces la hermana entona este verso, invocando a la Santísima Trinidad y cada vez subiendo de tono, en señal de súplica vehemente. La comunidad lo repite haciendo eco de esta súplica y sosteniendo a la nueva Profesa.  Al terminar, todas juntas dan Gloria a la Trinidad en la certeza de haber sido escuchadas.

El verbo “suscipere” tenía en el Derecho Romano un significado muy peculiar. Se usaba en el rito por el que el padre tomaba al recién nacido en sus brazos, para indicar que reconocía a aquel niño como su hijo propio. Con este gesto asumía todas las obligaciones de padre, es decir, educar al niño, protegerlo, alimentarlo.

¡Recíbeme Señor! Este es el ofrecimiento del don de nuestras personas al Señor. Un ofrecimiento que es simultáneamente una oración con el fin de que Dios acoja nuestro don (Abad Victor Dammertz).

Consagración de vírgenes y entrega de Insignias

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Obispo:
¿Quieres ser consagrada como esposa de Cristo el Hijo de Dios Altísimo y reconocida en la Iglesia como signo de su misterio?

Profesa:
Si, lo quiero, y mantengo con confianza, delante de Ud. Padre, y delante de todo el pueblo santo de Dios, mi resolución irrevocable de virginidad consagrada. (Ritual de la Profesión Solemne)

 Con el Rito de  Consagración de vírgenes, la nueva Profesa queda ya constituida en signo visible de la vocación nupcial de la Iglesia, Esposa de Cristo y recibe las insignias que expresan su consagración. El velo, el anillo y el Libro de la Oración de la Iglesia son símbolos de amor, de entrega, de fidelidad y de servicio; y de identificación continua con la “alabanza perenne” de Jesucristo al Padre.

Consagracion-de-virgenes

Acogida

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Desde ahora y por la Profesión Monástica la hermana es admitida en la Comunidad, signo de ello es el abrazo de paz que la Abadesa y las hermanas le dan a modo de acogida.

Ofrendas
Papás de H. Gracia llevando las ofrendas

 

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Madre Alejandra y H. Gracia

 

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Mons. Alejandro Goic felicitando al papá de H. Gracia, Guillermo Quintana

 

 

Familia de H. Gracia
Familia de H. Gracia
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José, sobrino y ahijado de H. Gracia, saludando al Obispo