Agradecemos la gestión de la Corporación Cultural Cluny que posibilitó la realización del Taller de Iconografía dirigido por el Profesor Juan Echenique en la Casa “Apaltas” (Rengo) al cual asistieron también cuatro hermanas del Monasterio y que transcurrió durante la semana del 7 al 15 de noviembre.
EL curso incluyó la enseñanza de todas las etapas de realización del ícono comenzando por el dibujo mismo, además del estudio sobre su historia y teología. Algunas de estas enseñanzas se hicieron en el Monasterio, participando así toda la comunidad y fieles cercanos al Monasterio.
“EL QUE ME VE A MI VE AL PADRE” Jn 14,9
La prohibición del Antiguo Testamento de hacerse imágenes de Dios queda abolida en el Nuevo Testamento, pues con la encarnación DIOS SE HACE VISIBLE. Este es el fundamento del arte cristiano, arte que comienza con el nacimiento mismo de la Iglesia. A través de Jesucristo SE PUEDE MOSTRAR A DIOS. La gran diferencia del Nuevo Israel es que LA PALABRA SE TRANSFORMA EN VISIÓN DE DIOS, se hace visible a través del VERBO.
Desde los inicios la Iglesia se va nutriendo del arte de su época pero poco a poco lo va purificando. En el S VI el arte llega a una madurez y ya se formula como el ICONO.
El Icono elimina las formas naturalistas, porque quiere mostrar la realidad en su estado transfigurado, todo en él se abre a la TRASCENDENCIA, quiere revelar el fin, al Creador de todo. El ícono nos muestra un mundo que no es exactamente el que vemos, es un mundo simbolizado, “resucitado”.
A Cristo y a los santos no sólo se les representa en sus características históricas, sino también en las divinas. Nunca hay sombras, porque la luz de Dios ilumina los cuerpos desde dentro. La iluminación de los rostros es gradual, y siempre hay partes más iluminadas y otras menos luminosas. Es nuestra propia santificación gradual por medio del Espíritu Santo.
El Icono ha estado siempre y sigue estando al servicio de la experiencia de la Iglesia: de la teología (especialmente de los Padres de la Iglesia), de la espiritualidad, del monacato, etc. El Iconógrafo es INSTRUMENTO DEL LENGUAJE DE LA TRADICIÓN DE LA IGLESIA, es un SERVIDOR.
Para comprender su lenguaje es necesario una purificación de los sentidos y un cierto silencio mental ya que nada en ellos busca provocar o exaltar un sentimiento natural, pues las expresiones no son teatrales, ni gestuales o excesivas, sino que son orantes, serenas, puras, ascéticas y hieráticas, no en el sentido de estático, sino de apartado del mundo. Si la palabra y el canto de la liturgia santifican, el ícono lo hace a través de la vista.
Todo en el Icono tiene un orden, una armonía, una geometría, unas proporciones que el Iconógrafo debe respetar y cuidar. Es el logos de la creación que debe continuar tanto en los materiales como en la técnica. Todos los materiales deben ser naturales y nobles.
Estas sagradas imágenes tienen la virtualidad de hacer presente a Cristo, a la Virgen y a los santos, no están AHÍ, pero se HACEN PRESENTE.
En los Íconos habrá siempre algo que el mundo no puede ofrecer, y es la SANTIDAD, que solo viene de Dios. La santidad de quien se representa pero también la búsqueda, y el deseo de santidad de quien los pinta. Quizás es esa lucha espiritual, ese deseo de conversión del Iconógrafo, lo que da finalmente como fruto, una imagen que refleja algo de lo divino.
“LA SANTIDAD ES EL ADORNO DE TU CASA, SEÑOR” (Sal 92)
REGLA DEL ICONÓGRAFO
Antes de empezar a pintar, haz la señal de la cruz, ora en silencio y perdona a tus enemigos.
Aplícate con amor a cada detalle del Icono como si estuvieses trabajando ante el mismo Dios.
Durante el trabajo ora a fin de fortalecerte interiormente, evita sobre todo las palabras inútiles y guarda silencio.
Reza especialmente en unión con el santo cuyo rostro estás pintando, guarda tu espíritu de la distracción y él estará junto a ti.
Cuando elijas un color, extiende tus manos interiores al Señor y pide consejo.
Cuando hayas acabado el da gracias a Dios porque su misericordia te ha concedido la gracia de pintar las santas imágenes.
No olvides nunca:
La alegría de dar a conocer los Iconos en el mundo.
La alegría del trabajo mismo del Iconógrafo
La alegría de estar en unión con el santo cuya imagen pintas.
ORACIÓN DEL ICONÓGRAFO
Oh Divino Maestro, ferviente hacedor de toda la creación,
ilumina la mirada de tu servidor, guarda su corazón,
dirige y gobierna su mano a fin de que,
dignamente y con perfección, pueda representar tu imagen
para la gloria, el gozo y la belleza de tu Santa Iglesia. Amén.
ETAPAS DEL PROCESO DE PINTURA