Hoy, Solemnidad de la Anunciación del Señor, nos reunimos con la Comunidad para unirnos «en vivo” a la liturgia de la Palabra y de Reconciliación precedida y convocada por el Papa Francisco, disponiéndonos así a  la conversión de Cuaresma para prepararnos a la Pascua, durante la cual se celebró el sacramento de la penitencia  con mucha devoción y culminó con la Consagración de Rusia y Ucrania a la Virgen María.

«Hermano, hermana, hoy puedes oír estas mismas palabras dirigidas a ti; puedes hacerlas tuyas cada vez que te acercas al perdón de Dios, porque allí el Señor te dice: Yo estoy contigo», dijo Francisco. “En el centro de lo que experimentaremos no están nuestros pecados sino su perdón. En el centro está Él, que nos libera y vuelve a ponernos en pie”. El Santo Padre destacó la importancia de confesarse desde la perspectiva de nuestro Creador: «Lo necesitamos, porque cada renacimiento interior, cada punto de inflexión espiritual comienza aquí, en el perdón de Dios», dijo Francisco alentando, especialmente en este tiempo de Cuaresma, a no descuidar nuestra Reconciliación.

Francisco expresó su deseo de dejarnos guiar de la mano de la Virgen, “En unión con los obispos y los fieles del mundo, deseo solemnemente llevar al Corazón inmaculado de María todo lo que estamos viviendo; renovar a Ella la consagración de la Iglesia y de la humanidad entera y consagrarle, de modo particular, el pueblo ucraniano y el pueblo ruso, que con afecto filial la veneran como Madre”.

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