Imagen: Monasterio de la Asunción

JUEVES SANTO 2019

Deseaba comer esta Pascua con vosotras.
“Desiderio desideravi” Lo cantamos y lo deseamos, en labios de Jesús.

Reunidas nuevamente a orar juntas este Jueves Santo, y con este gesto tan significativo del “mandato”, Lavado de los pies, en este día de la Institución de la Eucaristía, día de la fraternidad, día del sacerdocio, preparando la gran Eucaristía del año, la de la noche santa.

«El último día, el más solemne de la fiesta, Jesús se puso de pie y exclamó: quien tenga sed acuda a mí a beber: quien crea en mí. Así dice la Escritura: De sus entrañas-seno manarán ríos de agua viva”. Jn 7, 37-39

“La idea de beber de un ser humano sólo puede ser de una mujer, salvo que nos moviéramos en contextos exclusivamente espirituales. Si añadimos además la palabra seno, ello nos puede sugerir una imagen materna de Jesús.

Lo que resulta evidente es la continua referencia que se hace a los alimentos a lo largo de todo el Nuevo Testamento; la multiplicación de los panes, las comidas con los pecadores y la Última Cena que se convierte en el sacramento principal de la Iglesia.

La propia persona de Cristo al pronunciar su «tomen y coman», hablando de su cuerpo, hace de este, el alimento primordial para la vida del cristiano, como lo es la leche para el recién nacido” (Isabel Gomez Acebo).

Comer su cuerpo y beber su sangre preciosa, El se hace alimento.

“La madre puede dar la leche de su pecho, pero nuestra maravillosa madre, Jesús, nos da de comer de sí mismo… con su sacramento que es preciosísimo alimento de vida y amor… la madre puede colocar al niño con dulzura en su pecho, pero nuestra madre, Jesús, nos conduce con amor hacia su corazón herido, a la herida de su costado” (Juliana de Norwich)

Jesús, estaba reunido con sus discípulos, que no eran precisamente unos perfectos, con ellos a quien pacientemente toleraría todas sus debilidades humanas, para enseñarles y regalarles esa tarde el mandato nuevo.

He querido combinar en este Jueves Santo de la Cena del Señor, este aspecto maternal de Jesús, con lo que nos enseña San Benito en su Regla, como un camino de santidad. San Benito nos recalca tres cosas:

Escuchar, Correr y Llegar, como decia el P. Eduardo Gowland OCSO (FIESTA DEL TRÁNSITO DE SAN BENITO 21 DE MARZO 2019)

Escuchar: como Abraham nuestro Padre en la fe. Escuchar la Palabra, escuchar lo que nos dicen los acontecimientos. “Escucha, hijo, los preceptos del maestro, e inclina el oído de tu corazón” (RB Prol 1). “Absteniéndose de la voluntad propia” (RB 7,12), “escuchemos atónitos lo que a diario nos amonesta la voz divina” (RB Prol, 9). Esta actitud de escucha tan propia y necesaria del monje, que también tiene algo de MADRE que atiende, acoge, escucha atenta lo del hijo y está atenta al acontecer, ya sea para protegerlo, guiarlo, o para enseñarle.

Luego viene: Correr: que es poner en práctica aquello que escuchamos. “Corred, mientras tenéis la luz de la Vida, para que no os envuelvan las tinieblas de la muerte” (RB Prol, 13). Es ser PEREGRINOS, con la cruz como bastón del peregrino, siempre caminando, desprendidos, llevando poco. Es un trabajo, un esfuerzo, y una alegría. Es Correr a la Luz de su Rostro (Sal 4, 7), mientras hay LUZ que nada nos separe del amor de Cristo (Rm 8,38) ni las tinieblas. Es ir de prisa, curriter, celeriter, tantas veces San Benito lo dice en la RB: 7 veces, acudan con suma presteza (RB 43,1) corramos y practiquemos, vayamos corriendo con las buenas obras (RB Prol 22), corred mientras teneis la luz de la vida, corremos con inefable dulzura de caridad (RB Prol 49), y luego nuestra palabra tan específica, señalada, onomatopeya: MOX, 17 veces sale en la RB, tan pronto como… (RB 43,1), al instante (RB 71,8), ya sea referido al Abad, a los hermanos, a l llamado de Dios, o para el oficio divino… inmediatamente, enseguida (RB 58,6), y por no dejar fuera, el festinanter, que sale 5 veces: apresúrense, apresuradamente, corran, prontamente (RB 66,4), con suma presteza (RB 43,1), sin tardannza (RB 22,6). Como María, que “se levantó y se puso en camino y fue aprisa a la montaña a visitar a Isabel…y saltó de gozo el niño en su seno” (Lc 1, 39; 41)Me pondré en camino”(Lc 15,18), el hijo prodigo. Pero no es andar aceleradas y fijándonos sólo en la eficiencia, pero si nos indica un movimiento, y una docilidad impresionante, y en esto pido perdón cuando mi aceleramiento puede estar teñido de eficacia, mas que de amor. Procuremos eso, que podamos estar atentos inmediatamente para servir.

Aquí llegamos al tercer punto redundantemente: Llegar: es llegar a identificarnos con Cristo que sirve, que lava los pies a sus discípulos. Es recibir a Cristo, es ser unos invitados de los otros recibiendo al peregrino, al huésped, al forastero, al pobre en nuestras hermanas y en los que llegan al Monasterio o a nuestras casas, y en los pobres. Es llegar a permanecer en el Monasterio, en esa estabilidad que nos enseña San Benito. Es Llegar a tener los sentimientos del Señor. Eso es llegar, llegar a SERVIR como EL.

Es finalmente, ese poner en práctica, para “llegar todos juntos a la Vida Eterna” (RB 72,12). Sí, es esa visión escatológica del deseo de Dios para nosotros: “Mi deseo es que estén conmigo donde yo estoy” (Jn) que lleguemos a ser familia de Dios en la Trinidad, y que ésta pueda ser un signo del amor para el mundo, para que crean. Entrar en esa realidad intra-trinitaria de amor. Para que seamos UNO.A ser lo que El quiere seamos. Y el tema lo va dando la misma liturgia. Al explicar nuestra vida, y a los que vienen de retiro, no se les da en general unas charlas, sino que se integran a nuestro ritmo de oración, y es la Liturgia la que va guiando. Nuestra VIDA, no es un conjunto de disciplinas o observancias, sino que es una Liturgia, (sea en el oficio Divino, sea en el refectorio, sea en las multiples procesiones o recorridos del Monasterio de un lugar a otro) y que de cierta manera es diferente para cada una, para irse haciendo como el discipulo semejante al maestro, atento a sus pensamientos, acallando sus voluntades y sobre todo los ruidos para escuchar. Para ordenar el amor, para preferir a Jesús. PARA DAR LA VIDA, cosa que no es de muchos pero si con la gracias de Dios podemos entregarnos en el SERVICIO, HOY y AQUÍ, no enredarnos en el pasado, ni en el futuro que hemos de abandonar en sus manos y aprovechar el aquí y ahora. No nos permitamos ser mediocres, dejemos que nos avive el soplo de Espiritu Santo, permaneciendo en nuestra profunda sencillez de la realidad, alimentadas de su cuerpo y sangre, confiadas en la oración e intercesion de Maria nuestra madre.

Para el que corre (se apresura) hacia la perfección de la vida monástica, están las enseñanzas de los Santos Padres (RB 73,2). Acudan con suma presteza, summa cum festinatione (RB 43,1).

Curratur, corramos para hacer felices a quienes viven con nosotras.