Imagen: «Fuego y calor bendecid al Señor» Alejandra Izquierdo
ESTE DOMINGO 05 DE JUNIO CELEBRAMOS LA SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS
Estaban reunidos y vino del cielo un ruido, un viento huracanado y como lenguas de fuego se posó sobre los discípulos en la mañana de PENTECOSTÉS (cf Hc 2)
Se conserva este simbolismo del fuego como expresión de la acción del Espíritu Santo a través de la historia. Llama de amor vivo (S. Juan de la Cruz)… Se anuncia a Cristo, como el que bautizará con Espíritu Santo y fuego (Lc 3,16). Juan Bautista precede al Señor con el Espíritu Santo y el poder de Elías (Lc 1,17) y Elías surgió como un fuego cuya palabra abrasaba como antorcha (Si 48,1).
Y dice el Señor: He venido a traer fuego sobre la tierra y cómo desearía que estuviera ardiendo! (Lc 12,49)
La solemnidad de PENTECOSTÉS nos hace recordar y revivir la efusión del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y los demás discípulos reunidos en oración con la Virgen Maria en el Cenáculo (Hc 2,1-11) como nosotras hoy. Son los 50 días después de Pascua, fiesta de plenitud en que concluye la cincuentena Pascual, por lo que al finalizar la fiesta, hemos de despedir el «ALELUYA».
Como dice Benedicto XVI: «Jesús, después de resucitar y subir al cielo, envía a la Iglesia su Espíritu para que cada cristiano pueda participar de su VIDA DIVINA y se convierta en su TESTIGO en el mundo» (Benedicto XVI 27/5/22; CEC 696).
Nos vamos transformando en su imagen con resplandor creciente; así es como actúa el Señor, que es Espíritu. No es difícil percibir como transforma el fuego del Espíritu, la imagen de aquellos en los que habita: del amor a las cosas terrenas, el Espíritu los conduce a la esperanza de las cosas del cielo; y de la cobardía y la timidez, a la valentía y generosa AUDACIA del Espíritu. «El Espíritu Santo irrumpe en la historia, derrota su aridez, abre los corazones a la esperanza. Nos estimula y favorece en nosotros la maduración interior en relación con Dios y con el prójimo» (Ibidem).
Este año, en el anochecer del primer día de la semana, dos veces nos repite Jesús: «Paz a vosotros», y los discípulos se llenan de alegría al reconocerle viendo sus manos heridas y su costado. Y El vuelve a decirles: «Paz a vosotros: Como el Padre me ha enviado así también os envío yo». Sintámonos enviadas a dar esa Paz tan necesitada hoy, al mundo. Abrámonos a recibir ese aliento de PAZ que llegué hasta los confines de la tierra. Ese Espíritu que infunde el conocimiento de Dios a todos los pueblos.
Pidamos al Señor que nos llene de los dones del Espíritu Santo, no sólo para nosotros, sino para que crezca la Iglesia, y para poder hablar de las maravillas de Dios y estar dóciles a sus inspiraciones. Así como lo hace un velero impulsado por el viento, que es símbolo también del pneuma, del aliento del Espíritu, dejarnos llevar por el «Espíritu de hijos de Dios, que nos permite llamar a Dios, ABBA, Padre» (Rm 8,14-15).
DONES DEL ESPIRITU SANTO:
ENTENDIMIENTO – perfecciona la virtud de la fe, abre al conocimiento de las Sagradas Escrituras.
SABIDURIA – perfecciona la virtud de la caridad que es la más exelente, y llena el alma de gusto por las cosas de Dios.
CIENCIA – nos permite conocer las cosas creadas con mayor fe y da intuición para conocer el corazón del hombre y la historia, apreciando las huellas de Dios en todo.
CONSEJO – perfecciona la virtud de la prudencia y del discernimiento, y ayuda a conocer la voluntad de Dios y como realizarla.
FORTALEZA – aumenta esas virtudes de la fortaleza y de la esperanza y ayuda a la
voluntad a superar los obstáculos.
PIEDAD – perfecciona la oración y la virtud de la justicia y de la religión e infunde un espíritu de afecto filial con Dios y fraternal con los hombres.
TEMOR DE DIOS – perfecciona la virtud de la humildad y el sentido reverencial hacia el Señor, acogiendo nuestra pequeñez y gran necesidad de la gracia.
Terminamos como aconseja San Pablo dirigiéndose a los Tesalonicenses:
Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias sin cesar. No apaguen el fuego del Espíritu… examínenlo todo y quédense con lo bueno, eviten toda forma de mal (1Ts 5,16-22).
Preparándonos para la fiesta del Espíritu de Amor del Padre y del Hijo
+M Alejandra