La solemnidad de PENTECOSTÉS nos hace recordar y revivir la efusión del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y los demás discípulos reunidos en oración con la Virgen Maria en el Cenáculo (Hc 2,1-11) como nosotras hoy. Son los 50 días después de Pascua, fiesta de plenitud en que concluye la cincuentena Pascual, por lo que al finalizar la fiesta, hemos de despedir el «ALELUYA».