Jesús enseñando en la Sinagoga, miniatura
«Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres» (Lc. 4, 14 – 20).
Contemplamos hoy a Jesús en la sinagoga de Nazaret anunciando la Buena Noticia a los pobres: una Buena Noticia que nos habla de liberación de cadenas que nos atan, de curación de nuestras cegueras que nos impiden ver la luz y de sentir que nuestra vida es valiosa.
Dice el texto que “Entró en la Sinagoga como era su costumbre los sábados” … Jesús habría ido temprano a la Sinagoga aquella mañana del sábado. Sin duda que había expectación cuando Jesús entró en la Sinagoga de su pueblo. Lucas lo describe con todo detalle. Jesús se puso en pie para ir hacia el centro y hacer la lectura y buscó el texto del profeta Isaías que dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad y a los ciegos la vista”. Con estas palabras Jesús anuncia la liberación que Dios ofrece a todo ser humano. ¡Qué profundidad y belleza encierran estas palabras!
Jesús leyó: “el Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido”. Jesús se siente “ungido” por el Espíritu de Dios, impregnado enteramente por su amor. Es como si les dijera: Yo vengo de parte de Dios, que es Amor. El está conmigo. El me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres y a los que sufren, a cuantos tienen el corazón desgarrado, a todos vosotros. Y la Buena Noticia es que Dios os ama, porque es todo misericordia. Se acabaron los miedos y las culpas. Dios me ha enviado para iluminar a los ciegos, para vendar los corazones heridos, para abrir las prisiones interiores, para proclamar también el “Año de Gracia” … ¿Qué era una Año de Gracia? Era un año en que los israelitas recuperaban sus tierras, se liberaban a los esclavos, daban descanso a las tierras, etc. Pero este Año de Gracia se realiza en Jesús, en Él comienza un tiempo nuevo.
Llama la atención la expresión “dar la Buena Noticia” … Vivimos en un mundo de noticias. Vemos telediarios, leemos la prensa, internet… Las noticias se suceden: política, sociedad, sucesos, economía, corrupción. Algunos dicen que los medios de comunicación se recrean en las malas noticias. Estamos sedientos de buenas noticias. El Evangelio de hoy nos presenta a Jesús presentando una Buena Noticia. Una Noticia que puede cambiarnos la vida.
La afirmación clave es “dar la Buena Noticia a los pobres”. Ellos son los desprovistos de lo necesario para vivir dignamente. Cautivos, ciegos, oprimidos son concreciones de todas las formas de pobreza. En nuestro mundo continúa creciendo la pobreza: el escándalo del hambre, inaceptable cuando se dispone de tantos recursos, el problema de los millones de personas que se ven obligadas a abandonar sus hogares buscando condiciones de vida más digna. También en nuestro pais muy cerca de nosotros crece la pobreza, el paro y la pérdida de vivienda. Ante esta situación se impone la pregunta: ¿qué podemos hacer nosotros hoy? Pero hay también otras pobrezas más profundas: la ausencia de amor, como decía la Madre Teresa, y la ausencia de sentido a la vida en nuestra sociedad occidental.
“Todos tenían los ojos fijos en él” ¿Por qué esta expectación? Porque Jesús al hacer la lectura de Isaías, suprime una frase: “Y la venganza de nuestro Dios”. Jesús elimina esta frase provocando el descontento entre sus oyentes… (Estaba prohibido añadir o quitar nada del texto). Los que le escuchaban conocían de memoria el texto de Isaías, y se dieron cuenta de la omisión. ¿Qué quiere indicar Jesús al suprimir esta frase?
Que Dios no amenaza con castigos a nadie, que Dios es exclusivamente Amor. Jesús corrige posiciones falsas, y no habla ni anuncia el “día de la venganza” contra los paganos. Jesús elimina el miedo a Dios y nos revela el verdadero Rostro de Dios: Jesús nos revela que Dios es sólo Amor, puro Amor. En Nazaret, Jesús proclama el Amor y la Misericordia de Dios para todo ser humano; en El, sólo hay lugar para la misericordia. Sí, en Jesús se nos revela el rostro de Dios que es Amor y compasión, pero ¿qué hemos hecho de este rostro de Dios que es Amor y que se nos manifiesta en Jesús?
Jesús acaba la lectura, se sienta y dice: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír«. Es decir, en Jesús, en el Hombre Jesús, se realiza plenamente la profunda liberación que Dios ofrece a todo ser humano.
Dice: «Hoy«, la liberación de Dios es un “hoy” para cada ser humano que se manifiesta en Jesús. Es un hoy ya que Dios es Presencia en todo ser humano por medio de Jesús, el Resucitado. Cada ser humano está unido a Jesús Resucitado en ese hoy; hoy podemos liberarnos, hoy podemos salir de nuestro destierro interior, de nuestras cárceles interiores, hoy podemos dejar nuestros miedos, hoy podemos reconstruir nuestra vida y empezar de nuevo con esperanza y alegría. Tal vez tendríamos que preguntarnos: ¿Qué despierta en mí el Evangelio de este domingo? ¿De qué me siento liberado por Jesús?
Hoy también nosotros estamos llamados a vivir y proclamar la Buena Noticia del Evangelio que hemos visto brillar en ese océano de Luz que irradia el rostro de Jesús, “un abismo de luz que hay que cerrar los ojos para no despeñarse”, como decía Dostoievski en una entrevista.
Que cada uno podamos abrir nuestro corazón a esta Buena Noticia que Jesús anuncia al mundo en la Sinagoga de Nazaret decirle: Tú estás presente y eres hoy como Buena Noticia para todos; Tú vienes a ofrecernos un camino de vida y de alegría.
Benjamín García Soriano